Etiopía a veces suena dulce,como un susurro, a un ritmo cercano al ritmo del corazón, otras como el gastado acordeón, atropellada y crispante para el no acostumbrado a su sonido. A veces es deslumbrante, tiene esa luz especial, los colores mas vivos que jamas hayamos visto y sin embargo a veces tiene el aspecto del carbón, suciedad y barrizal.

Nada más pisar su suelo notas nítido bajo tus pies el pesado girar de la tierra, te transporta a un mundo virgen, a sus inicios. Allí puedes sentir, como en ningún otro lugar, el verdadero peso de la gravedad, esa fuerza misteriosa que nos mantiene pegados a la esfera. Es un país para vivirlo, sentirlo, dejarte invadir por el, en ocasiones para bien y otras para mal, agotandonos , haciéndonos vibrar cada segundo y seguro no dejándonos indiferentes.

Es imposible no sucumbir en los hipnóticos ritmos de sus músicas, sus danzas, el sonido ancestral de sus instrumentos como el krar ,acompasados de ritmos imposibles de repetir.

Ritmos de Etiopia

Sus aromas pueden embriagarte como el más delicado incienso, el aroma de los eucaliptos que pueblan el monte Entoto o el aroma de su oro negro, el cafe o pueden asfixiarte por aires definitivamente fétidos.

Su piel tiene el tacto suave del marfil bruñido o la seda más fina, pero también todas las asperezas y cicatrices que da una vida.

Allí puedes morir de calor o de frío, de pena o alegría, de dolor o placer, de amor o desamor. No hay términos medios en Etiopía,no hay tibiezas, todo vive o muere en contrates imposibles de percibir y sepan los viajeros que, allí, en sus relojes, el lapso de un tic-tac no dura exactamente un segundo, allí el tiempo transcurre a un compás diferente, el compás del corazón de la madre tierra.

Y sepan también que como un tesoro sólo se abre a aquellos que sabe que se acercan para amarla con humildad, con enorme respeto, como se ama de verdad, sin esperar nada a cambio, sin realizar demasiadas preguntas…pues no sabría por donde empezar, tiene tanto que contar.

Etiopía se vive por cada poro de la piel y una vez entra, jamás te abandona,la amas para siempre.

 

Texto de Sandra Sorce e imagen obtenida de http://fotos.mujer.es.

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