Ya está disponible «Buna», cuento editado por Abay.

Captura de pantalla 2014-03-18 a la(s) 14.02.33

Buna ya tiene rostro y ha saltado al papel para cobrar vida. Será un placer poder compartir su ingenuidad, su inocencia y su visión del mundo con todos vosotros.

Captura de pantalla 2014-03-18 a la(s) 14.03.23

La autora Victoria Alcober y la ilustradora, Taca de Tinta ceden sus derechos a Abay.

Captura de pantalla 2014-03-18 a la(s) 14.02.59

 El protagonista del cuento es Buna, que significa en amárico «café».

bunacuentos

 

Buna: génesis de una breve historia

La noción de un “cafecito rápido” no existe en Etiopía. Tomar café no es un hábito, ni un gesto cotidiano; está más vinculado a un acto social y requiere tiempo y cariño. Para quien lo prepara es todo un ritual. Para quien lo saborea, un placer para los sentidos.

Buna es el fruto de un “colocón” de aroma de café, el efecto secundario de la ingesta de uno de los mejores brebajes del mundo, una mezcla de olores, sabores y amores. Un entusiasmo desmedido por el detalle, la paciencia, el esmero demostrado detrás de cada taza.

En marzo del 2013 tuvimos la gran fortuna de poder enlazar algunos días libres y permitirnos el “lujo” de escaparnos a un país tan peculiar como fantástico, único y distintivo como es Etiopía. Para alguien que lleva más de 20 años transitando por África resultó no sólo una sorpresa sino todo un descubrimiento. Un país con una identidad muy marcada, con un orgullo de nación latente en su ADN, una historia que difiere mucho de sus vecinas, un sustrato cultural que vertebra su vida diaria.

Nos sorprendió su historia. Nos cautivó su religión. Nos maravillaron sus paisajes. Nos fascinó su riqueza culinaria. Nos enamoró su gente.

Cuando al poco de regresar, en una conversación falta de aliento mientras corría sin intención de llegar a ningún destino, me preguntaron si podían usar algunas líneas de mi blog ,  yo- amante del reciclaje pero dispuesta siempre a crear- me ofrecí a hacer algo con más cuerpo y sentido. Buna ya estaba dentro de mí y gritaba por salir con fuerza. Se fue materializando en pequeños paréntesis, en hipos laborales y surgió con toda la espontaneidad que un niño tan pizpireta requiere y provoca.

Tesfaye es esa sonrisa que te cruzas en cada recodo, esa vitalidad que ves cuando atraviesas el poblado más remoto, esa frescura que te acaba de abrir los ojos cuando apenas ha despuntado la mañana. Es, en resumen, un pequeño homenaje a tantas cosas bellas que se cruzaron en nuestro camino durante tres semanas de descubrimiento. Es, por supuesto, una invitación a todo aquel que quiera descubrir los secretos- a voces- que guarda Etiopía.

¡Os esperamos en los mundos aromáticos de Buna!

Victoria Alcober Arranz,

viajera y trabajadora  en sus ratos libres, alérgica al aburrimiento y buscadora de emociones constantes. Compaginó dos carreras para matar el tiempo más rápido y luego las uso poco, ya que vio que más allá de los libros había una vida real mucho más interesante y llena de grandes enseñanzas. La Filología le ayudó a comunicarse algo mejor con sus congéneres y la Historia a entenderlos y a tratar de evitar algunos errores (aunque otros se encargan de hacerlo por cuenta propia). Formada en multitud de entornos, ha enseñado a esquiar a adultos, a chapurrear idiomas a niños (algunos ya creciditos), se ha codeado con presidentes, primeros ministros y ha tomado café con sus chóferes y secretarias. En la última década se ha centrado en temas de comunicación y marketing  especializándose en ese tándem tan especial entre recursos humanos y branding.

 Taca de Tinta (Vanesa Mora)

Si es cierto que los niños vienen con un pan debajo del brazo, sin duda yo lo cambié por una caja de colores.  Y es que desde bien chiquitita mostré verdadera pasión por la expresión a través de los trazos y las manchas. A esto, junto a la museografía y el diseño gráfico he dedicado la mayor parte de mi tiempo en los últimos años. El resto de mis horas trato de seguir aprendiendo a sentir, a reir, a entender, a querer y a jugar con la misma pasión de entonces, para no dejar de escuchar jamás esa vocecita de niño que grita risueña y alegre dentro de cada uno de nosotros.