Por mucho que lo mire solo veo un granito de café tostado, jamás vi uno tan bonito, tan redondito, tan precioso, el más bonito de todos. El destino ha puesto en mis brazos a este niño perdido, está completamente sano, mide 45 centímetros y pesa tres kilos doscientos gramos, su pelo es rizado y tan negro como sus ojos.

Que importa el color que tenga, que importa que haya venido a España procedente de Adís Abeba en un contenedor lleno de granos de café. Este niño no ha sido abandonado, su madre lo quería tanto como para dejarlo marchar en busca de un futuro mejor.

En mis brazos lo meso envuelto en una mantita del hospital. Se ha dormido después de tomarse todo el biberón, las enfermeras me lo quisieron quitar para dárselo ellas pero me negué en rotundo, el placer de su primer biberón era para mí igual que los restantes porque lucharé con uñas y dientes hasta que la custodia de este Ángel negro sea para mí.

mi granito de cafe

Texto de Teresa Jiménez Sojo e imagen de afuegolento.com

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