La vida en Walmara es dura, al menos bajo los ojos a través de los cuales miramos los que procedemos del mundo rico materialmente hablando. Pero hay un estado en el que la vida de una persona en Walmara es objetivamente difícil. Me refiero al estado de enfermedad.
Cómo se complica allí una bronquitis; falta de higiene, de ropa que abrigue, de alimentación adecuada, de medicamentos… (Recuerdo a Birhanu, a su familia, su hogar).
O una ascitis que necesita acceder a un sistema de salud pobre, decadente, colapsado, hacinado, carente de recursos, de higiene, de personal sanitario (recuerdo la visita al hospital de referencia de Addis con Shaso).
Y cómo se complica allí una epilepsia. En Europa la persona con epilepsia sufre o al menos se siente limitada, pues es una enfermedad crónica que obliga a medicarse a lo largo de la vida, y además, a ser muy cuidadoso con los hábitos y rutinas. Allí, el sufrimiento de una persona con epilepsia se incrementa, porque el acceso a la medicación se complica, por lo que, los ataque epilépticos son con mayor frecuencia. Pero además existen otras consecuencias de distinto calado, pues ser epiléptico condiciona totalmente tu posición social en la comunidad.
Me refiero al caso de Tarru.
La primara vez que me fijé en él fue tras sufrir un ataque epiléptico. El caminaba por el centro Abay tapado con una chaqueta provocando el pánico de todos los walmareños allí presentes que alertaban del peligro que tal persona suponía y corrían a protegerse. En consecuencia el miedo se apoderó también de mí, que agarré al niño con el que estaba tratando y busqué un lugar de protección. Cuál fue mi sorpresa cuando el enfermero cooperante lo destapó y vi a un niño sufriendo; no era un loco que quería hacer daño, era un niño con epilepsia. En un segundo ataque epiléptico la reacción popular fue la misma… Tarru está estigmatizado en su comunidad.
A lo largo de nuestra estancia en Walmara, Tarru se acercaba al centro Abay diariamente en búsqueda de comprensión, cariño y atención. Con su mirada hermosa que no puedo olvidar, parece que nos decía “gracias por aceptarme”.

Teru

El caso de Tarru ya está en manos de Infancia Solidaria Abay, está en la casa Isa y se han iniciado su tratamiento y se van a completar los estudios convenientes.