Hoy he leído una de esas historias que me fascinan. Érase una vez una diseñadora de moda que, tras recorrer mundo y conseguir un trabajo estable y el éxito profesional se da cuenta de que no le es suficiente, de que quiere dar un paso más. Así que dejó su empleo como directiva de una empresa de moda y se marchó a Etiopía. Pero no fue con la intención de trabajar como voluntaria en alguna ONG de las muchas instaladas allí (algo muy loable por cierto). No, ella quería algo más que eso.

La diseñadora tinerfeña Ana Seco llegó a la misión salesiana de la localidad de Zway, a 160 kilómetros de Addis Abeba, con la intención de desarrollar un proyecto vinculado con la moda. Al principio sonaba un poco raro, ¿moda en un lugar donde la gente apenas tiene para comer?. Pero las monjas de la misión creyeron en el proyecto. Ana comenzó dando clases en la misión de corte y confección. Pronto llegó ayuda internacional y privada, de particulares y empresas, de manera que la escuela pudo contar con ordenadores, maquinaria y utensilios. Enseguida se vieron los resultados: una primera promoción de 35 personas, la mayoría mujeres, que acabó dando clases de moda bien para el Gobierno etíope o bien en la propia misión.  Así nació la Escuela Oficial de Moda, la primera aprobada por el Ejecutivo etíope.

De esta forma la moda se está convirtiendo en salida profesional para muchas personas de ese país. Proyectos como éste son los que necesita Etiopía y África en general, inversiones, formación, que les permitan ganar dinero, mantenerse dignamente e invertir y crear riqueza.

Felicidades Ana y a todos los que habéis hecho posible esta realidad. Gracias.

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