Mis mamás.

 Este verano regresé a Etiopía, el país que me vio nacer. Yo apenas recordaba nada de él, pero en cuanto puse los pies allí era como si nunca me hubiera ido. Mi mamá decía que estaba como pez en el agua. Caminaba y caminaba sin cansarme por sus calles. Observaba todo y a todos con detenimiento. Era feliz entre la gente con mi mismo color: marrón, aunque unas veces más claro y otras veces más oscuro. Había marrones para todos los gustos. Una de las cosas que me encantaban era ver a las niñas con sus trenzas en la cabeza, ésas que a mi madre le gustan tanto pero que se enfada cuando intenta hacérmelas porque no le salen, aunque hay que decir, que ya ha mejorado mucho.

 Un día fuimos a un parque al que solíamos ir a pasar la tarde. Era un día especial. Mi mamá me dijo que nos vendría a visitar la mamá que me había tenido en su barriga: Aregash. A pesar de que me lo explicó muchas veces,yo soy aún pequeña y no lo entendía muy bien. A mi mente venían recuerdos confusos y no sabía muy bien qué significaría aquel encuentro.

 Era noviembre y lucía el sol. Llegamos temprano. Mi mamá estaba nerviosa y yo, …no sé, yo corría y jugaba con la pelota como siempre que íbamos allí. De pronto me llamó. Vi que se acercaron las dos, se saludaron, se besaron y se abrazaron y con lágrimas en los ojos me miraban y me llamaban. Me acerqué tímidamente y también la besé. Después seguí jugando. Mi mama marrón llevaba un bebé en brazos, era una hermanita nueva a la que no conocía: Bekeltu. Era muy, muy guapa, como yo, decía mi mamá.

 Se sentaron a tomar algo y a hablar. Mi mamá de Etiopía le enseñó a mi mamá una foto de las dos, que meses antes le había enviado por correo, en la que yo la abrazaba y besaba. Se notaba que estaba contenta de tenerla porque sonreía al mirarla. La verdad es que las dos no paraban de mirarse y sonreir, aunque algunas veces se les caía alguna lágrima. Ellas no hablaban el mismo idioma pero sus ojos, a pesar de esas lágrimas que de vez en cuando asomaban, sí que lo hacían.

 De nuevo me volvieron a llamar. Esta vez era para hacernos una foto de despedida ya que se marchaban. Aregash, mi mamá marrón, Bekeltu, mi hermanita, mi mamá y yo.

 Quizás ella no lo sabe, al nacer me dio la vida y ahora, al verla de nuevo, me ha dado lo que significa su nombre: CALMA.Y yo, Ayantu, me siento, haciendo honor al significado de mi nombre, AFORTUNADA, CON SUERTE, de tener DOS MAMÁS.

Fotografías y texto: Carmen Tejero

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