Tariku tiene 9 años. Nunca ha podido ir al colegio. Su padre le abandonó, su madre murió de tifus. Vive con una tía y sus 8 hijos. Trabaja cuidando cabras, pasa el día sólo en la montaña, sin nada que llevarse a la boca. En su casa duermen todos en el suelo, con las gallinas y una cabra. No hay nada, ni un colchón, ni una silla. Nada.

Mamush tiene 3 años. Su madre fue violada con 17 años. Mamush ha perdido la vista en un ojo, no saben por qué, nunca ha podido ir al médico. No saben cuándo nació exactamente. En casa casi nunca hay alguien que cuide de Mamuso. Su madre trabaja durante horas y horas en el campo, por un salario ínfimo que les permite mal vivir.

Kalebesa tiene 6 años y vive con su abuelo. Sus padres murieron de malaria. Su abuela también murió. Kalebesa no puede estudiar porque tiene que trabajar para sobrevivir. Su cabeza está llena de heridas. Su ropa sucia y rota. Kalebesa trabaja descalzo y está hambriento. Hoy no pudo llevarse nada a la boca y necesita ayuda.

Ashetu tiene 14 años. Sus padres murieron al explotar una bomba. Ashetu ya no puede ser una niña nunca más, porque tiene dos hermanos pequeños a los que cuidar y sostener. Su hermana de 8 años vende aguardiente a los hombres del pueblo. Su hermano de 6 años cuida animales de unos vecinos. Estos tres niños no tienen posibilidad para estudiar. Duermen en un suelo sucio de barro y se levantan cada mañana a trabajar, sin descanso.

Mikias y Batu son mellizos y tienen 2 años. Su aspecto es el de unos niños débiles y más pequeños. Su padre murió sin posibilidad de asistencia médica y sin ni siquiera un diagnóstico. Su madre lucha para sacarlos adelante. Al mes, con suerte, logra cuatro euros en el mercado. No tiene suficiente ni siquiera para comer injera, se conforma con otras harinas más baratas. La madre casi no se puede alimentar y sus pechos casi no tienen leche. Mikias y Batu siguen vivos, pero su vida es frágil, muy frágil.

Estos y muchos otros niños viven en Walmara, un lugar que en distancia no se encuentra a muchos kilómetros de la capital, pero en oportunidades, en pobreza, en desarrollo se encuentra realmente alejado. Todos tienen nombre y apellidos y necesitan ayuda. Teresa de Calcuta decía: “si miras a la masa, no actuarás, pero si miras a uno, lo harás”. En sus vidas falta todo, piensa que hacer un pequeño esfuerzo lo será todo para ellos. Estos niños te esperan. Apadrina un niño de Walmara y cambia su vida.