Dentro del programa de Hermanamiento de colegios, la presidenta del AMPA del C.E.I.P. Max Aub  de Valencia ofreció ayer y también lo hará hoy, un cuentacuentos escrito por ella y ambientado en Etiopía y dirigido a alumnos de infantil.

Gracias Alicia por la implicación!

 

 

CARTA DE ABEBA
 
 Se ha hecho de día en mi aldea. Está en la ladera de una montaña en Etiopía. Ya hace mucho calor, y eso que el sol no está en lo alto.
 
 Me llamo Abeba. Tengo 9 años. Y  vivo en una cabaña con mi mamá y dos hermanos más pequeños.
 
 Mi mamá me puso ese nombre porque cuando nací, me vió la carita y le recordó a una flor. A una bonita flor que crecía por los alrededores de su aldea. Me gusta mi nombre.
 
 Todos estamos ya en pie. Hay muchas cosas que hacer antes de que mamá vaya al cafetal a recolectar el fruto del café.
 
 Todos los hombres de la aldea y algunas mujeres como mi madre trabajan allí. Antes tenían que ir a pie pero ahora pasan unos camiones a recogerlos. Vuelve ya de noche.
 
 Todos los días hay que ir al pozo a por agua. De eso me encargo yo, que soy la mayor. Pero hoy salí muy temprano, antes de que saliera el sol y ya he vuelto. Tenemos suerte, no está muy lejos.
 
 Mamá ya está preparando la injera.  Me encanta el olor cuando la cocina .
Está hecha de harina de teff, un cereal que cultivamos por aquí. Es nuestro pan. Se mantiene caliente al lado del fuego… Hum!!!
 
 Mi comida preferida es el dorowat pero sólo lo comemos cuando es fiesta. Es pollo guisado en una salsa muy especial.
 
 Yo ya sé cocinar. Mi mamá me enseñó a hacer misr wat  que es un puré de lentejas muy espeso o el shiro wat , que es de garbanzos. ¡Está todo tan rico!
 
 Hay que ordeñar a la cabra. Pero de eso se encarga Efrem. Ya tiene 7 años. Yo juego mucho con él. Le hago rabiar a veces pero es bueno. Su nombre significa  que  hace muchas cosas a la vez. Y es verdad. No para. No se está quieto ni un momento. Mi mamá acertó con el nombre.
  
 Mi hermano pequeño, de 4 años, se llama Baheru, que significa el Mar. Mi mamá dice que el mar es como la llanura que tenemos en frente de la aldea pero que es todo agua.  No sé. No me lo puedo imaginar. Algún día caminaré y caminaré, cruzaré países e igual llego a ver el mar. En clase me cuentan historias de barcos pero yo no los he visto nunca. Ya hemos acabado todas las tareas que nos  ha  mandado mamá.
  
 
 Nos vamos al colegio. Tenemos que andar mucho pues está a más de dos horas, cruzando el valle…  Tenemos que llevarnos agua para el viaje. Llegamos un poco cansados pero vale la pena. Mamá dice que es muy importante porque aprendemos muchas cosas. A mí lo que más me gusta es que nos juntamos con muchos más niños y nos enseñan canciones y juegos. Me encanta bailar. Nos han enseñado unas danzas para la fiesta de la primavera.
 
 Efrem siempre va jugando. Le encanta pararse al lado del termitero que está junto al gran árbol. Las termitas se refugian en él. Es muy grande. A mí me llega casi a la altura de la cabeza. La verdad es que es como si fuera una gran cabaña.
 
¡Vamos Efrem, no nos entretengamos! Siempre igual. Se para mil veces. Tengo que estar pendiente porque si no, llegamos tarde y a mí no me gusta llegar tarde al colegio.
 
 Yo llevo de la mano a Baheru. Cuando era más pequeño se quedaba en la aldea con las mujeres pero ahora ya viene con nosotros.
 
 Por el camino, nos encontramos con muchos babuinos.  ¿Sabéis que es un babuino? Son unos monos muy divertidos. Los hay a montones por esta zona.  A éstos les llamamos geladas que quiere decir corazón sangrante  porque el pecho lo tienen de un color rojo intenso. Son muy traviesos. No son peligrosos, sólo se dedican a buscar comida pero más vale no acercarse mucho a ellos.
 
 Os voy a contar un secreto. Hay uno, pequeñito, que no para, que nos persigue casi todos los días. A escondidas yo lo llamo Efrem como a mi hermano. Shhhhu!  Calladitos! No se lo digáis, que se enfadaría mucho.  Le llamo así porque siempre está saltando y haciendo tonterías como él.
  
 
 Coincidimos por el camino con otros niños como nosotros que van a la escuela. Y cada vez el grupo se hace más numeroso. Vienen de otras aldeas que están más allá del valle.
 
 Nuestro colegio no tiene luz eléctrica, igual que la aldea. Hay que aprovechar las horas de luz del sol para poder estudiar en las aulas. Sólo paramos para comer. En el colegio nos dan de comer pero no tenemos comedor sino que todos salimos al patio y compartimos lo que tenemos.
 
 Cuando volvemos a nuestra casa, mamá todavía no ha vuelto de trabajar. Preparo la cena para mis hermanos. Y esperamos que vuelva mamá. Siempre nos cuenta una historia de su antigua aldea cuando nos vamos a dormir. Son fantásticas.
 
Ya os contaré muchas más cosas. Os lo prometo.
 
Adiós,
 
Abeba.
 
 * Puedes descargar el cuento en formato word en castellano y valenciano
 
—————Hermanamiento de colegios—————–

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