Cuando no estabas.

 Cuantas veces te había imaginado…

 Niño, niña, bebe…  todas las opciones posibles; aunque fué la mejor que podía haber sido, Tú, mi hijo,  porque no podía ser otro.

 Cuantos y cuantos días, había llorado por no tenerte, por no saber de ti, por desconocer si habías nacido… porque esperar, es algo a lo que nunca nadie puede acostumbrarse.

Pero llegaste, cuando tenias que llegar, porque en otro momento, no habrías sido tu, mi ángel, mi niño, el gran amor mi vida.

 Cuantas veces había deseado que me cambiara la vida, anteponer tus necesidades a mis caprichos, el pasarme noches sin dormir cuidándote, alegrar mi vida con tu sonrisa, no tener tiempo para nada… pero aún así, tengo tiempo para más, porque me has enseñado a ser mamá, a saber lo que realmente importante en la vida, porque el amor que siento no lo conocía antes, no sabia que existiera,  porque sin quererlo has hecho que lo que yo imaginaba, fuera pequeño comparado con lo que siento.

 Cuantos días he deseado despertar con una noticia,  algo que me indicara que habías nacido, en algún lugar de Etiopía, tierra prometida en aquel entonces, y la que ahora forma parte de mi corazón.

 Pero llegado el momento, el teléfono sonó, fue tal la emoción que casi no podía hablar… no te había visto, no sabia como eras, pero ya estabas allí, que era lo realmente importante para mi… 

 Entonces se detuvo el tiempo,  los días no pasaban, no podíamos ir a recogerte… porque la ley no entiende de sentimientos,  y nada decía que eras nuestro legalmente, aunque sí en nuestro corazón,  la espera se eternizó a cuatro largos meses más de desesperación. 

 Cuantas veces había soñado con nuestro encuentro, con tus descontrolados lloros, al verme tomarte en brazos, en tu rechazo hacia mi, hacia una madre que no conocías, y que ya te amaba sin tan siquiera verte.

Pero me lo pusiste fácil, muy fácil,  con seis meses, en un cuerpo de tres, tan frágil, pero tan dulce a la vez, me miraste a los ojos, me sonreíste y no pude evitar que las lagrimas se derramaran en silencio, para no asustarte más de lo que ya estabas, sintiéndome la persona mas feliz del mundo, porque era el momento que siempre había querido soñar, pero que era imposible de imaginar, por miedo a mitificarlo.

 Pero ya estábamos juntos, te había encontrado, porque toda la espera, el sufrimiento, los lloros y la angustia eran agua pasada, solo valía el presente, y ese largo futuro que nos quedaba por caminar juntos.

 Solo deseo que seas feliz,  estaré a tu lado para no perderme ni un segundo de tu vida… de todo lo bueno y lo no tan bueno que esté por llegar,  espero volver contigo al lugar que te vió nacer, Etiopía, para encontrar, tal vez algún dia, ese tiempo pasado que forma parte de tu vida, de nuestra vida.

Para ti, cielo, el gran amor de mi vida.

Texto y fotografía: Sonia Fernández Soldado

* Si te ha gustado, deja un comentario en positivo en el apartado «Comentarios» . El recuento de número de estos comentarios será la forma de otorgar los premios.

* Bases del concurso y relatos ya publicados