Es mi hijo.

 Tengo un hijo que no he parido yo, pero que es mío, intensa e indisolublemente mío. Lo fue desde que empecé a imaginármelo siendo casi adolescente. Y es curioso porque en mis sueños le ponía mi cara y mis ojos, pero su piel era oscura y brillante. Además, ya entonces estaba convencida de que mi hijo aparecería en este mundo muy lejos de donde yo estaba. Reconozco que, mi cabeza con quince años estaba llena de ideas sobre bondad o solidaridad; ideas que hoy me parecen de lo más imbéciles porque veo a mi hijo y resultan absurdas. Supongo que en esa época yo era una romántica bastante ridícula. Pero aún así tenía una idea fija. Sabía que tendría un hijo. Un hijo especial, diferente, pero que sería mío.

 Hoy lo tengo. Es mi responsabilidad desde que hace 5 años nos conocimos. En esos primeros días, yo tenía una cabeza un tanto desbarajustada y un estómago aterrado que decidió quejarse durante dos días con diarreas y vómitos de puro pánico. Desde el momento en que vi a ese manojo de huesos y carne (más huesos que carne, por cierto), que apenas pesaba 4 kilos y medio, mirarme fijamente. Creo que fue en ese momento cuando comprendí en realidad dónde me estaba metiendo. Y seguí deseándolo. Claro que mi cuerpo tardó un pelín más que mi mente en superar el miedo.

 O quizás tengo a mi niño desde hace un poco menos, pues el muy chulo tardó algo más en decidirse. Al principio me miraba con ojitos ansiosos y buscaba desesperadamente mi cuidado, pero pasó un tiempo antes de que empezara a vigilarme y a exigir mis gestos de cariño. Creo que hubo un periodo de distancia y de recelo mutuo, en el que nos estuvimos midiendo y retando, pero si soy sincera, no tengo ni idea de cuánto duró. Cuando recuerdo esos primeros tiempos solo me viene a la mente sentimientos aislados, pero siempre mucha dulzura. Y quizás tengo más imágenes de los días posteriores a nuestro compromiso. Tengo muy presente mi ansiedad ante sus periodos de fiebre (si hay alguna cosa que he aprendido es que el termómetro siempre corre riesgo de estrellarse con mi ratón), sus tres pesadillas nocturnas y nuestra angustia, la alegría que le dio subir por primera vez las escaleras de la casa él solito, su risa, su tren de juguete, nuestra torpeza con las primeras papillas, su paciencia con nuestra ineptitud (esos días aprendí que no hay consejo médico que no pueda superar un buen sentido común), la sorpresa de ver que toda la ropa le quedaba pequeña antes incluso de ponérsela, sus vacunas, su delicadeza cuando estaba dormido (era -es- tan increíblemente precioso que duele contemplarlo), su sonrisa de pícaro capaz de colmar cualquier vacío, mi angustia al comprender las inhumanas circunstancias de su abandono, y mi enfado con quién ignoró que había recibido el mayor de los regalos, su dependencia de nosotros que tanto sentido ha traído a nuestras vidas …

 En realidad, no estoy muy segura de quién adoptó a quién. Solo sé que ahora es mi hijo. Que lo será siempre, que mataría sin dudarlo por él, y que no existe persona en este mundo que tenga más derecho a reclamarlo. Es mío, egoísta y plenamente mío.

 Al mismo tiempo, soy consciente de que, en realidad, mi hijo no pertenece a nadie salvo a sí mismo. Dentro de muy poco levantará el vuelo para encontrarse con su propia vida y tomar sus decisiones, y entonces, quizás se lleve el sentido de mi existencia. Porque no hay nada más en mi vida que la llene tanto como su risa. Pero hasta ese día tendré el honor de tenerlo y cuidarlo. Porque mi hijo no me debe nada, y yo se lo debo todo. Le debo haberme metido en el ciclo de la vida, haberme hecho madre y mujer, haberme dado una razón para continuar adelante: transmitirle a él lo poco que yo haya aprendido. Y ojalá lo haga bien. Creo que lo conseguiré el día que él me diga: tengo un hijo. Un hijo que es mío … por poco tiempo, pero mientras tanto, será para siempre.

Texto: Blanca B.

Dibujo: Pablo.

* Si te ha gustado, deja un comentario en positivo en el apartado ”Comentarios” . El recuento de número de estos comentarios será la forma de otorgar los premios.

* Bases del concurso y relatos ya publicados