En aquel estado sin litoral de Abisinia, uno de los tres países más poblados de África, de casas circulares con techo de paja y suelo de pradera y matorral, Solimán tenía poca información, buenos amigos, pobres como él, cinco hermanos y hermanas pobres también, padres, que procedían de abuelos pobres, a los que un día en su temprana infancia, vieron partir, y despidieron con lágrimas en el corazón. No son muy precisos sus recuerdos tras tanto tiempo. En su memoria,
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