Gracias.

  Hoy te he recordado como nunca antes lo había hecho, he recordado tu olor, tu color, tu mirada, tu valor, tu entrega, tu lucha, tu supervivencia, he recordado porque te admiro tanto, en cada segundo de mi vida siento como gracias a esos recuerdos siento que estoy viva, que siento, que padezco, que me emociono, que río, que lloro, que canto, que salto, que gracias a ti, mi Etiopía, querida, soy Feliz.

  Era viernes y ya había salido el sol, un sol lleno de vitalidad. Empezaba el día, rompiendo aguas, en medio de la nada, pero a la vez rodeada de mucha gente, esa gente que cada día la acompañaba en la calle donde vivía, era más que gente para ella, era su familia.

 Su embarazo estaba ya en la recta final, él había decidido salir en ese instante, su madre, muy joven para un país en el que el hambre y la falta de medios, hacen que cada día sea una aventura.
 Él no paraba de empujar, quería ver ese sol, tan maravilloso que tenemos, él quería ver qué vida le esperaba, quería sentir la fuerza en la que su madre lo estaba pariendo, en medio de la nada, quería mirarla, con esos luceros tan lindos, que le brindo la vida.
 Ella, en ese momento cuando lo tuvo en sus manos sintió miedo y una sensación muy extraña de responsabilidad, ya no era lo mismo vivir en la calle, ya tenía que preocuparse porque esos luceros tan lindos no se apagaran por falta de comida o por frio, tenía que velar porque su mirada no se fuera apagando, y un día decidió con todo el dolor de su corazón, de entregar a ese pedacito de su alma, a la policía, para que lo llevaran a un orfanato, para que alguna familia lo adoptara, y velara por el todos los días.

 Su mirada tan profunda y bonita, esconde esa parte de su vida, una vida que me encargaré que él recuerde y no olvide, porque un 14 de marzo, su madre trajo al mundo a mi bebe, y yo me comprometí con la vida, que esos luceros tan lindos siempre irradiaran felicidad.

 A ti, hoy te doy las gracias, por parir lo más grande e importante que hay en mi vida. Mi bebe, mi príncipe, nuestro hijo.

Texto y fotografía: Idaira Paola Vega Pérez.

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