En un lugar de sabana de acacias, entre la brisa y el sol, Awá y Akiko, dos de los animales más importantes en las ceremonias de los lucumíes, disputaban sus habilidades. A lo lejos, Akeké, un pequeño pollo los observaba. —Pues, mi querido Akiko—dijo Awá—yo tengo una gran resistencia, recorro ese bosque en solo dos segundos. — ¡Yo soy más rápido!—grito el polluelo mientras se acercaba. — ¡Cállate, mocoso!—ordenó Akiko y con un movimiento de sus alas increpó al pato.
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